30 noviembre 2010

Pirineos

Tengo este blog más abandonado que nunca... pero tengo doble excusa: por una parte, mis viajes se han visto drásticamente reducidos últimamente: este año casi no me he cogido vacaciones... y contando los días del Expocomic y lo que me he cogido de Navidad aún me sobran casi la mitad de los días (ya los gastaré el año que viene, que estoy preparando algunas cosillas); por otro lado, la fotografía absorbe gran parte de mi tiempo libre, así que últimamente le hago más caso a PixelvsGrano que a ninguno de mis otros blogs... y además estoy intentando montarme una web.

Y por si todo esto fuera poco, la mudanza me ha descolocado bastante, y tengo muchos temas atrasados.

Nevertheless, a principios de septiembre tuvimos nuestras atrasadas vacaciones de verano, que no pudimos coger antes por temas de trabajo.
Aprovechando que mis padres tienen una casa en Santa Cilia de Jaca, nos fuimos a pasar una semana al Pirineo, con la intención de estar en la casa lo menos posible, y aprovechar el buen tiempo de principios de septiembre para hacer un poco de turismo por la zona.

El lunes subimos desde Zaragoza, con la calma, parando en Ayerbe, en los Mallos de Riglos, y en el embalse de San Juan de la Peña. Antes de ir a la casa, hicimos en Jaca las compras necesarias para sobrevivir una semana.


El martes nos salió un día bastante asqueroso. No obstante, pese a la lluvia, seguimos con nuestro plan original y nos subimos hacia Canfranc, con la idea de visitar la antigua estación de ferrocarril, hoy abandonada.



A la vuelta, aparte de paradillas en cualquier sitio que considerasemos digno de ver y afotar, entramos a las cuevas de las Güixas, en Villanúa.

El miércoles remontámos el Gállego. Primera parada: La Cuniacha, donde echamos gran parte del día viendo los animalitos.


De ahí seguimos subiendo hasta Lanuza y Sallent de Gállego, y a la vuelta nos entretuvimos un rato en el embalse de Lanuza y en el fuerte y la ermita de Santa Elena.


El jueves nos movimos poco. Echamos casi todo el día en los monasterios de San Juan de la Peña (el viejo y el nuevo), y luego nos fuimos a dar una vuelta y a cenar en Jaca.




Y plus, plis, plas... el viernes a recoger y emprender el camino de vuelta, que teníamos hora para comer en Ayerbe, y no queríamos llegar muy tarde de vuelta a Zaragoza.

Contado así parece poco, pero la verdad es que la semana cundió bastante. Sobre todo, para desconectar un poco del trabajo, y recoger fuerzas hasta las próximas vacaciones.