15 diciembre 2005

Te fuiste en silencio, por la puerta de atrás. Te despediste de todos nosotros, que aún no lo sabíamos, y te retiraste a echar tu último sueño. De nada sirvió que por la mañana clamara al cielo, o rogara a todos los dioses y demonios, pues te habías ido para no volver. Hubiera vendido mi alma al diablo por tan sólo uno día más contigo. Por haberte podido decir adiós como te merecías.
Este es mi pequeño homenaje. La forma de darte las gracias por todo lo que compartimos. Los juegos, las siestas, las horas de estudio, los viajes, las comidas, las películas, las lecturas. Ojalá hubiera podido hacer algo más por ti. Ojalá hubiera podido salvarte también esta vez.

Aún recuerdo el día que te trajeron. Tu hermana parecía un peluche y tú eras un cruce extraño entre lemur, suricato y gremlin, con las orejas más grandes que tu cabeza. Recuerdo como buscamos vuestros nombres en el libro de las hadas de Aldana. Recuerdo como fuiste creciendo, hasta convertirte en la gatita preciosa, inteligente y mimosa que eras. Recuerdo como me mirabas, como me buscabas, como me llamabas; recuerdo tus mil y una formas de llamar la atención. Te hacías la ofendida cada vez que me iba de vacaciones, o incluso cuando no venía a dormir a casa. Pero en realidad te quedabas esperándome encima de la cama, y enseguida estabas retozándote con todo, pidiendo mimos.
No todo el mundo te caía bien, claro que no. Pero entre tu y yo había algo especial, por eso siempre estabas ahí conmigo. Compartimos mis primeros años de emancipación, rebotamos de casa en casa cuando las cosas no iban tan bien, y finalmente recorrimos juntos los 10000 km de vuelta. Eras tú la que me animaba cuando estaba deprimido, quien me hacía compañía cuando estudiaba y quien dormía conmigo noche tras noche.
Son 8 años completamente llenos de buenos recuerdos, y no hubiera cambiado un solo minuto contigo por todos los tesoros del mundo.

La guadaña te pasó cerca otras veces, y la esquivaste. Ya antes dos noches enteras pasé entre lágrimas, rogándote que no te murieras. Supongo que se te acabó la suerte, o que ya gastaste tus 7 vidas. Supongo que esta vez era muy grande la cuenta que había que saldar. Pero te quedaba tanto por hacer... nos quedaba tanto por compartir. Ibas a venir con nosotros a Andorra, y luego nos íbamos a ir juntos de Erasmus, te acuerdas? Ibas a ser la gatita más viajera del mundo. Nos quedaban tantas cosas que hacer juntos.

Recuerdo aquel capítulo de Futurama en el que encuentran al perro de Fry... las últimas imágenes del capítulo son el pobre perro esperando la vuelta de su amo, día tras día, año tras año. Dios, como lloré cuando lo vi, porque me recordaba tanto a ti...
Espero que estés en un lugar mejor, en el Valhalla de los felinos, un sitio donde no haya perros y el sol de la mañana entre siempre por tu ventana, para que te puedas tumbar a su calor. Donde haya miles de caramelos, bolas de papel de plata y punteros láser que perseguir. Donde no existan el dolor ni la enfermedad.

Eras lo que más quería en el mundo, y ahora me siento tan solo y tan vacío. Pude oír como algo se desgarraba dentro de mí cuando te encontré por la mañana. Algo que dudo que nunca se llegue a curar del todo. Dios, apenas te has ido y ya te echo tanto de menos,... Nunca te olvidaré, y nunca nadie llenará el vacío que me dejas.
Espero que, estés donde estés, me estés esperando. Y que el día que a todos nos llega estés ahí en la puerta, como estabas siempre. Porque no se como, pero sabías que era yo.