Tenerife
En Semana Santa, aprovechando que teníamos visita y había que sacarlos de paseo, nos acercamos a Tenerife. Conseguimos unos billetes baratos en el ferry, un hotel tirado de precio y nos alquilamos un coche para poder movernos a gusto por la isla (un Altea, caca de la vaca).
Nada más llegar, cogimos el coche y nos subimos al Teide, porque nos habían dicho que podríamos encontrarnos con una gran cola en el teleférico, y no era cuestión de quedarnos sin subir. Además, no se trata sólo del tiempo que te cuesta llegar por la distancia en sí, sino de que te paras mogollón de rato a hacerte fotos.
Por supuesto, la primer foto de rigor, en cuanto sobrepasas la falda de nubes y puedes ver el pico.
Un poco más arriba, una nueva parada, en una zona con un paisaje lunar impresionante. Por suerte, no era temporada alta y, aunque había mucha gente, aún se podía circular con relativa tranquilidad, parar y hacerte fotos. No me quiero imaginar eso en verano.
La putadilla de ir con el tiempo tan justo (y con gente tan vaga) es que tuvimos que subir en el teleférico, y claro, aparte de que te sablean a gusto, estás limitado en tiempo. Queda pendiente para otra vez subir andando, y ver amanecer/atardecer desde el pico.
Dormíamos en el Puerto de La Cruz, así que paramos en La Orotava de bajada, a ver la Casa de los Balcones.
Nos dimos una ducha en el hotel y salimos a cenar y a tomar algo por ahí, pero entre que no había mucha marcha, y que estábamos todos cansados, tampoco aguantamos mucho.
Al día siguiente, salimos relativamente pronto, en dirección norte. Paramos en Icod de los Vinos a ver el Drago milenario,
y luego seguimos un poco más por la costa, hasta Garachico. Ahí tienen unas 'piscinas' públicas en el mar... en lugar de tener playa, tienen acondicionadas las rocas con paseos, escaleras, terrazas,... incluso tienen una 'piscina' más cerrada y poco profunda para los niños más pequeños. La verdad es que es muy curioso y original.
No nos pudimos bañar porque íbamos un poco justos de tiempo, que aún teníamos que volver a dejar el coche y coger el ferry de vuelta.
Queda pendiente para otra vez ver Santa Cruz de Tenerife (aunque me han dicho que tampoco hay mucho que ver), el Barranco del Infierno, y explorar un poco más la isla, que estoy seguro de que tiene rincones muy bonitos.
Más fotos, en Picasa.