15 diciembre 2006

Lloro cada vez que pienso en ti.

Hoy hace un año que me dejaste. Hoy hace un año del peor día de mi vida, el día en que sentí que algo dentro de mí se rompía para siempre, cómo mi alma se desgarraba sin remedio. Intento día a día dejarlo atrás, no pensar en ti. Pero es imposible. Desde que no estás conmigo falta algo en mi vida… hay un enorme vacío que sé que nada ni nadie podrá llenar. La soledad ya no está tan sola, porque me acompaña a todos sitios.

Y sigo llorando cada vez que pienso en ti. Lloro por lo que fue, y lloro por lo que pudo haber sido. Los días se hacen eternos, y me parece verte en todos sitios. Me parece oírte, pero me vuelvo y no estás.

A veces estoy estudiando, y de repente me sorprendo al ver una lágrima caer sobre los apuntes, y me doy cuenta de que llevo veinte minutos mirando al vacío, pensando en ti. Hay noches que no puedo dormir, y me revuelvo inquieto en la cama… te busco… pero no estás.

Sé qué nunca querré a nadie como te quise a ti. Y sé que nunca veré en otros ojos el amor que veía en los tuyos. Sé que nunca volveré a sentir nada parecido a lo que había entre nosotros, y recuerdo todos y cada uno de los momentos que compartimos… recuerdo la felicidad que sentía a tu lado, y me siento la persona más afortunada del mundo sólo por haber compartido contigo tantos buenos momentos. Entonces las lágrimas dejan de ser tan amargas. Entonces, aún con el rostro inundado en lágrimas, aún mordiéndome los labios para no gritar, una sonrisa intenta salir, y un rayito de sol intenta calentar mi alma.

Hace un año dije que hubiera vendido mi alma al diablo por pasar un solo día más contigo, y hoy, cuando lloro impotente al recordarte, y maldigo el destino que nos separó… vendería mi alma al diablo por sólo una hora contigo. Por la oportunidad de decirte adiós, por apretar tu cuerpo contra el mío una vez más, por mirarte a los ojos y decirte cuánto te quiero. Por mirarte a los ojos y saber cuánto me quieres.

No puedo evitar llorar cada vez que pienso en ti. Recuerdo aquella mañana, cuando descubrí tu cuerpo sin vida. Recuerdo el dolor. Las ganas de gritar. La impotencia. Las ganas de morir contigo. Recuerdo esa horrible sensación de que podría haber hecho más por ti. La sensación de que tu muerte fue en parte culpa mía. Demonios, todo lo que tenía que hacer era cuidarte… cuidarte como te merecías,… y te fallé. Aún hoy la culpa me invade, y daría cualquier cosa por volver atrás. Por intentar curarte. Por intentar algo, maldita sea.

Lo siento mucho. De verdad. Espero que hayas podido perdonarme, y que estés donde estés, sepas que te sigo queriendo como a nada en el mundo. Que sigo pensando en ti todos los días. Y que no puedo evitar llorar cada vez que pienso en ti.

Este humilde corazón
No te olvido
Y aun piensa en ti
Me habla sin cesar
Me cuenta todo aquello
Que me hizo sentir tu amor
Y te echa de menos…

No hay comentarios: